Teodoro Leon Gross: "El hotel de Moneo debe irradiar calidad; y lo hará"


Esta es una ciudad singular. Las obras en el Puerto avanzan sobre el silencio contagioso de la resignación, y entretanto crecen las protestas contra un hotel con la firma de Moneo en la ribera degradada del Guadalmedina.
Eso parece paradójico. Vaya por delante el respeto al 'Manifiesto contra el Hotel...' -la sociedad civil hace bien en organizarse elevando la voz crítica ante lo que considere un atropello- pero resulta asombroso que el edificio del premio Pritzker genere cada vez más contestación y en cambio la barrabasada de la Farola sólo diera para una manita de alegaciones derribadas como un castillo de naipes. Ayer mismo en primera página se veía deshacer y rehacer las obras portuarias a iniciativa del promotor privado del puerto mientras el Ayuntamiento y la Autoridad Portuaria confesaban no tener pajolera idea de aquello; así que difícilmente se necesitan más pruebas de que ese lugar hipersensible de la ciudad está sujeto a la voluntad del operador comercial. Y lo peor es que a estas alturas eso pueda ser incluso una buena noticia considerando la incompetencia e insensibilidad de las administraciones, y en particular el Ayuntamiento, responsable de velar por el diseño de la ciudad. Así están las cosas.

El Hotel de Moneo, en cambio, va caldeándose desde algunos circuitos digitales.
En realidad no se trata de una obra provocadora, ni siquiera un edificio con el riesgo de armonizar la arquitectura contemporánea con una zona sensible de patrimonio histórico-artístico como el edificio de Machuca en la Plaza del Obispo o de Martín Delgado&Cámara frente al Teatro Romano, o el propio Moneo frente a la Torre del Oro de Sevilla para una compañía de seguros. No, éste es un edifico en el entorno deteriorado del eje Guadalmedina, sin presión historicista, frente a Hacienda, El Corte Inglés, Hotel NH, en una fachada riparia donde abundan las construcciones horrísonas de ocho plantas o más. Así que el edifico de Moneo debe irradiar calidad; y lo hará. En caso de duda, el Pritzker no da patente de corso pero es un aval; o repasen a la lista de premiados -Rem Koolhas, Tadao Ando, Richard Rogers, Jean Nouvel, Renzo Piano, Ion M.Pei, Zaha Hadid, Siza, Venturi, Foster... - porque no hay nombre menor.
Por demás, el hotel de Moneo no es una intervención arriesgada, sino muy segura; no valiente sino más bien conservadora. En cualquier ciudad innovadora habrían apostado por un edificio rompedor para catalizar el lugar, pero se ha optado por la sobriedad, elegancia y clasicismo de Moneo. Es una gran opción de alta fiabilidad. Lo asombroso es que su obra cause más polémica que el desmadre de la fachada marítima del centro histórico como territorio sin ley.

Diario Sur, 21/07/2011

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