Reflexiones de Antón Ozomek

Hace ya unos trece años publiqué un ensayo que fue galardonado con el primer premio del Certamen Literario de la revista cultural de Málaga "Isla de Arriarán"; pueden encontrarlo online en la biblioteca virtual de la Universidad de la Rioja, en http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2571172). Este trabajo de investigación tal vez sea el primero en su temática, referente a la ciudad de Málaga, y lo considero ahora aún plenamente vigente, si bien los responsables municipales no han parecido prestarle la menor atención al mensaje principal del mismo en todos estos años que han transcurrido. Tiene por título "El paisaje urbano de la Calle Madre de Dios".

En él hacía especial hincapié sobre la idea de la adecuada regulación y conservación del medio ambiente como mecanismo fundamental para garantizar la calidad del paisaje urbano, con el doble objetivo de resultar agradable y atractivo para los ciudadanos así como convertido en recurso económico-turístico para el disfrute de los visitantes; pero la acción contraria es precisamente lo que el Ayuntamiento ha conseguido ya en parte en el entorno de Atarazanas-Hoyo de Esparteros, primero permitiendo la degradación patológica del micro-ecosistema del lugar (deshabitación y ruina de los inmuebles) y ahora, intentando legalizar una actuación urbanística y arquitectónica que supondrá un impacto visual muy negativo, ya que el inmueble diseñado por el Sr. Moneo ni se integra miméticamente en el paisaje preexistente -respeto a los elementos históricos-, ni tampoco representa un contraste acertado, en tanto el edificio proyectado consiste en un mero cubo sin más personalidad que la que una estética minimalista le otorga y que nada aporta a la trama urbana del entorno.

Desafortunadamente, casos similares ya existen en la ciudad de Málaga, tanto antiguos como recientes. Entre los primeros tenemos por ejemplo el edificio número 14 de la Plaza de la Merced, sobre el que recientemente hubo que invertir varias decenas de miles de euros para tratar de camuflar la agresión paisajística que su estilo arquitectónico suponía en el entorno de la casa natal de Picasso; entre los segundos, cabe destacar el edificio finalizado hace menos de un año en el número 2 de la Plaza de Félix Sáenz, y que representa un nuevo atentado paisajístico frente a uno de los inmuebles más emblemáticos del siglo XIX en Málaga. Por el contrario, hay que destacar acciones muy acertadas como la del centro de interpretación junto al Teatro Romano, o la actuación -casi terminada ya- en el callejón Pericón, donde la rehabilitación de medianeras, combinando vegetación natural y materiales metálicos, ha logrado un elevado pero positivo impacto visual en su entorno.

Por estas y otras razones, el proyecto actual previsto, aprobado por el Ayuntamiento de Málaga con la connivencia de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, representa un error estético, que no conceptual, pues si bien asignar a la parcela un uso hotelero renovado puede resultar muy positivo -revitalización funcional-, la solución adoptada no es precisamente la más acertada y por ello los ciudadanos de Málaga conscientes de que el turismo es una importante fuente de riqueza no deben permanecer pasivos ante esta situación. Debemos mostrar nuestro rechazo y oponernos al proyecto tal y como actualmente está concebido.

Antón Ozomek, geógrafo outsider y ciudadano de Málaga.

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